La música en la era del turismo. Acercamiento al exotismo contemporáneo.

Este artículo fue publicado originalmente en la revista Urbe01. No. 7, marzo-abril de 2002.

Por Miriam Licon Luna

En los años 60, Ray Martin, un desconocido músico alemán, decía ser un apasionado de todos los ritmos «exóticos», desde el mambo al cha-cha–cha pasando por la samba y el tango. Su fascinación se podría sintetizar en una de las frases que aparecen en los comentarios de su disco Martín Goes Latin: “Llámenme Raymundo Rodríguez Álvarez Pancho Martín. He sido mordido por el bicho latino”.

Como Ray Martín, ha habido desde finales de los años 50 una gran cantidad de músicos inclinados hacia cierto exotismo, rasgo que nos permitiría definirlos como una especie de turistas; en un disco nos presentan su recorrido por América Latina, en el siguiente tal vez irán a África o a las Islas del Pacifico.

Durante las últimas décadas hemos visto una enorme producción de discos en los cuales se podía escuchar lo mismo una samba que un cha-cha-cha o algún sonido del Pacifico, que bien podría ser Hawai, Birmania o las Polinesias, ¿y por qué no? siempre queda la posibilidad de incluir algún track con un “toque” africano o del lejano oriente. Algunos hicieron del exotismo un sonido sumamente particular, tal es el caso de Martin Denny, Les Baxter o Arthur Lyman durante los años 50 y 60 en Estados Unidos.

En el curso de la historia de la música popular, se pueden distinguir las interpretaciones en las que se logra establecer un buen dialogo entre tradiciones musicales de aquellas otras determinadas por el estereotipo. En estas últimas el resultado esta sujeto a una necesidad de reproducir algún rasgo «típico» que le permita al oyente reconocer algo, algún signo de esa exótica lejanía, y, al músico, la comodidad de recrear la alteridad geográfica y cultural sin perturbar su condición de turista, es decir, sin que implique un esfuerzo mayor que la mera referencia; poner por aquí una maraca, por allá unos bongoes o un grito de chango.

En sus inicios los sonidos estándares de lo exótico se producían para deleite de la cultura de masas de posguerra y de aquellos que podían recordar algunas vacaciones y, por otro lado, también para aquellos que simplemente subían el volumen de sus fonógrafos e imaginaban desde su jardín la apacibilidad de la lejanía, las palmeras, el carnaval y el calor tropical sin que el sonido los perturbara llevándolos a un lugar en particular, en el que pudieran encontrar la incomodidad de una situación “no paradisíaca”.

MP3 Playlist

Bostich – «Polaris«

Fantastic Plastic Machine – «Bossa for Jackie (Summer Review EP Version)«

The Juju Orchestra – «Nao posso demorar«

Esquivel – «Burbujas (Terrestre remix)«

Terrestre – «El lado obscuro de mi compadre«

Esquivel – «Día y noche (day and night Señor Coconut remix)«

Tal vez esa experiencia de los años 50 y 60 no esté muy lejana de aquella que tiene un escucha de los 90 que se encuentra, en una recopilación de chill-out de Ibiza, con un remix llamado “Pollaro Collaro” en el que se usa un sampler de la celebre cumbia “La Pollera Colorada”.

Este es tal vez el caso mas obvio, pero no deja de ser interesante por qué esta imagen de lo exótico (vinculada al turismo) sigue presente en el imaginario musical de la cultura popular después de tanto tiempo. Y tal vez la pregunta sea específicamente hacia la música electrónica ¿En qué sentido nos brinda una experiencia distinta?

Dentro del espectro de la música electrónica podríamos establecer algunas diferencias respecto al uso de ciertos sonidos. Tal es el caso de no muchas propuestas, entre ellas la de Masters At Work, quienes en su proyecto Nuyorican Soul, muestran un clara conciencia de la memoria, (cosa muy distinta a la nostalgia) estableciendo una continuidad con el proyecto musical de las diversas producciones de los nuyoricans (puertorriqueños asentados en Nueva York), como son la salsa, el jazz, la música disco y el hip hop.

MP3 Playlist 2

Tito Contreras – «Brazil«

Pizzicato Five – «Sweet Soul Revue«

Fauna Flash – «Free (Salvador Group Remix)«

Bajofondo Tango Club – «Infiltrado«

Greyboy Allstars & Karl Denson – «Home Cookin’»

Por otro lado tenemos la fiebre introducida por el “bicho” brasileño en la música electrónica. En el marco de la imaginación digital hemos visto, desde los primeros años de los 90, la proliferación de trabajos alrededor de la samba, el bossa nova y el afrobeat. Sin embargo, el tiempo ha querido ponernos a prueba. Las posibilidades tecnológicas han traspasado, o cuando menos dejado en segundo plano, el problema del virtuosismo y las capacidades interpretativas respecto a los instrumentos (siempre se puede usar el sampler o el loop), y ha puesto sobre la mesa otros problemas tales como el desplazamiento de la idea de originalidad para dejar en su lugar el de la memoria, por un lado, y el de la nostalgia, por otro.

No se trata de que la música se presente tal y como se escuchaba antes, sino de la elección que se hace de un espacio y un tiempo determinados: en este caso el Brasil de los años 60 y 70 o, mejor, de la representación que la industria cultural europea y estadounidense hizo de esta región en esas décadas. Habría que pensar entonces si el exotismo ha desaparecido con la utilización y mezcla de otros ritmos (house, tecno, drum n’ bass, down tempo) o si muy al contrario se ha creado todo un mercado que sigue explotando la imagen de “lo exótico”, ahora incorporada a los universos musicales de la electrónica. Tal vez ahora más que antes se nos exija estar atentos a toda la amplia producción de sonidos y estilos musicales sin olvidar que el sonido representa algo mas que una imagen acústica.

Los sonidos están en algunos casos enclavados en espacios míticos como lo es el continente Africano, Brasil mismo y la incendiaria Tijuana. La presencia de esta última ciudad mexicana en los paisajes imaginarios del exotismo contemporáneo no ha dejado de estar presente. Tijuana ha desplazado del imaginario global los cocos y palmeras y ha colocado en su lugar la «salvaje» vida nocturna de esa ciudad fronteriza, por muchos considerada el paraíso de la modernidad cuando no el laboratorio.

Nortec es el caso obvio y, sólo por decirlo, el más revelador. Podríamos cuestionar la idea de la frontera que subyace al proyecto Nortec, pero por otro lado no podemos dejar de apreciar el extraordinario trabajo que han realizado. No se trata en última instancia de que apreciemos su música por ser ellos “nativos”. Pues no olvidemos que el imaginario de lo exótico latino fue también alimentado por algunos músicos de origen latinoamericano en un gesto que podría definirse como autoexotizante. Más bien se trata de establecer una diferencia entre la producción de un sonido simplemente exótico, y del trabajo que se hace sobre cierta tradición musical, y que de alguna u otra manera busca ir más allá. El trabajo de Nortec, como el de algunos otros proyectos, logra establecer un exitoso diálogo entre la música norteña y la música electrónica. En este sentido alcanza a escapar a la idea clásica del exotismo, marcado por la enorme pasividad de un sonido que solo es tomado como ambientación de un lejano paraíso turístico.

Habrá pues, que distinguir una amplia variedad de proyectos, que van desde Uwe Schmidt y su proyecto como Señor Coconut, al sello germano Compost Records, el colectivo Jazzanova, Masters At Work o el mismo Nortec, y estar atentos a todas aquellas cosas que cada uno esta poniendo en juego en ese intercambio de imágenes y estereotipos. Brasil, Tijuana, Angola o Mozambique, Etiopía y Río de Janeiro o Bahía, viven transfigurados en los nuevos paisajes del exotismo musical electrónico del presente.

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