Internet en la vida cotidiana, una mirada antropológica.

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Reseña-traducción

En esta serie de estudios sobre la investigación documental en Internet, ensayos The Handbook of Internet Studies, coordinado en 2011 por Mia Consalvo y Charles Ess, uno de los temas de más interés es la reflexión sobre el impacto sociológico y antropológico de internet en la vida diaria. En su artículo “Internet en la vida cotidiana: exploración de los principios y contribuciones de distintas aproximaciones”, Maria Bakardjieva parte de las definiciones de lo cotidiano, siendo la más convencional la forma en que se “miden” en la sociedad contemporánea las acciones más comunes, las más repetidas y los espacios más habitados. Pero lo cotidiano también alberga aquellas relaciones y acciones elementales que forman el flujo de la vida social y la cultura que se forma y que se habita y ocupa con características distintivas, reflexiona la autora.

Dependiendo de la combinación de parámetros espaciales, temporales y sociales, caracterizando distintas situaciones, los individuos perciben ciertas acciones como relevantes y practicables. Bajo esta concepción se puede esperar que los cambios significativos en la forma en que el espacio, el tiempo y el paisaje social experimentados por los individuos transformarían fundamentalmente sus mundos cotidianos y las actividades inherentes, consideradas como posibles.

La autora acude a Henri Lefebvre, Gardiner y Highmore como dos de los investigadores más relevantes interesados en las prácticas sociales como material y estructura de la sociedad contemporánea. Sobre todo el trabajo del primero forma parte de una tradición crítica en el estudio de la vida diaria que incluye escuelas de pensamiento como Dada, surrealismo, el círculo Bakhtin, la Internacional Situacionista, Michel de Certeau y el instituto de etnografía institucional de Dorothy Smith. Siguiendo a Gardiner, las propuestas comunes, compartidas por los representantes de esta tradición puede resumirse en la búsqueda de la problematización de la vida cotidiana, para exponer sus contradicciones y para exhumar sus potencialidades ocultas. Insisten en relacionar la vida cotidiana con desarrollos sociohistóricos más amplios, que se oponen a simplemente describirla como un contenedor aislado de prácticas sociales ordinarias y rutinarios modos de conciencia.

Al hacerlo colocaron relaciones asimétricas de poder en el foco de su investigación hacia una dinámica de las actividades diarias y construcciones cognitivas. Este enfoque, conocido como “reflexividad radical” o conciencia crítica que habilitaría a los actores de la vida diaria para entender sus condiciones dentro de un contexto político y social más amplio y retomar acción concertada hacia el desafío y transformación de relaciones opresivas. En pocas palabras, esta marca de teóricos de la vida cotidiana, enlazan una instancia ética-política que la coloca en claro contraste a la escuela interpretativa de microsociología ejemplificada por Schutz y sus seguidores. Al mismo tiempo, difiere significativamente del estilo de la Escuela de Frankfurt de teoría crítica en virtud de su reconocimiento de las potencialidades de resistencia y emancipación contenidas de por sí en la vida de todos los días.

Estos extremos contradictorios de la vida cotidiana implican que por sobre los poderes fácticos de la racionalización instrumental, la mercantilización y la burocracia del Estado y las corporaciones, la rutina y sus valores no son suficientes para socavar las potencialidades de resistencia. Bakardjieva extrapola algunas de las expresiones de Lefebvre, sobre la miseria y el poder de la vida cotidiana que se mezclan en internet y dan forma a su uso, como hilo conductor en el que ambas perspectivas, la interpretativa y la crítica son necesarias para entender la complejidad del impacto de la vida cotidiana en la antropología social de la red.

Para la investigadora el resultado de estas dos interacciones entre medios y usuarios es contradictoria: tanto la alienación como el empoderamiento pueden detectarse en las prácticas cotidianas en el uso de internet.

En la superficie. Medir tendencias e impactos.

Uno de los primeros estudios conocidos sobre la penetración de internet en la vida doméstica, HomeNet de la Universidad de Carnegie Mellon de mediados de los 90, diseñado y aplicado en un momento crítico de la difusión de internet cuando llegó a ser claro que los hogares, y no las oficinas, serían el mejor lugar de enganche del nuevo medio y la población de usuarios crecería mucho más allá del umbral de los primeros adeptos y aficionados.

El correo electrónico, las sesiones de conversación en internet, los MUDs (juegos multiusuario basados en texto) y las herramientas de comunicación disponibles en la red integraban el entorno digital de interacción personal y dieron el impulso de origen para la explosión demográfica del uso doméstico y personal de internet.

Las tendencias muestran que algunas conductas y actitudes tienden a potenciarse en internet; por ejemplo, quienes tienen amplia actividad cívica tienden a ser más activamente involucrados en sus comunidades. Los investigadores concluyen que el uso de internet se coloca entre una disposición existente de estar cívicamente vinculado y la ejecución de esta disposición al facilitar la vinculación.

El uso de internet de banda ancha, según experiencias recientes, no debilitan pero tampoco transforman radicalmente las relaciones vecinales, aunque sí aceleran sustancialmente sus procesos de información y comunicación, con notorias consecuencias en la calidad de los niveles de vida en un vecindario

Estudiando los impactos sociales de las tecnologías de información y comunicación, M. Brynin y R. Kraut identifican cuatro niveles en los cuales el impacto es conceptualizado.

Primer nivel: las nuevas tecnologías son percibidas como herramientas que permiten a las personas emprender actividades familiares de nuevas formas, posiblemente con una mayor efectividad. Estos serían los casos de desplazamiento funcional o mejoramiento.

Segundo nivel: impacto social de las tecnologías donde su uso conduce a cambios cualitativos en la vida diaria. Las personas emplean las herramientas para lograr nuevos objetivos, donde emergen funciones que no tienen comparación con estadios previos.

Tercer nivel: implica nuevas formas de comportamiento que se derivan del uso de las tecnologías con resultados concretos en el bienestar de las personas.

Cuarto nivel: se presentan las consecuencias extendidas más allá de actividades específicas habilitadas por tecnologías y que afectan la organización social en general.

Los investigadores consideran la necesidad de profundizar más en los mecanismos que disparan los procesos de domesticación del medio y un examen más detallado de cómo los individuos y los hogares dan sentido e integran a sus vidas las aplicaciones y servicios. En lugar de mantener el enfoque en el impacto de una determinada tecnología, conviene estudiar como escenario principal el reconocimiento del rol activo y complejo de los usuarios en el camino de adaptar el medio a sus vidas cotidianas.

Cotidianidad profunda: interpretación y crítica.

Maria Bakardjieva refiere que investigadores como Pinch y Bijker conciben la investigación de internet en la vida cotidiana no como el estudio de un flujo concreto rutinario de acciones, ni el internet como un agente externo que transforma a los usuarios, sino desde la óptica de la manera en que las persona construyen la tecnología al momento de utilizarla. Este enfoque abre la oportunidad para una seria consideración del rol de los usuarios comunes en la construcción social de la tecnología.

Los usuarios son quienes toman las decisiones respecto del éxito o fracaso de los dispositivos técnicos y aplicaciones. El jugueteo diario con dispositivos y aplicaciones agrega nuevas y a veces capas inesperadas al entendimiento social y, directa o indirectamente, a la funcionalidad de las tecnologías.

Los antecedentes de esté marco teórico de la domesticación del medio, tienen su origen en los estudios del uso de la televisión en los hogares, para dilucidar la “economía moral” atentos a los efectos de la televisión, los sistemas de tecnologías y los mensajes en el mundo del público, apropiado y mezclado en la vida privada y familiar.

Aunque Silverstone, Hirsh y Morley y más tarde Haddon, aislaron cuatro procesos que se intersectan que constituyen la domesticación de la televisión: apropiación, incorporación, objetivación y conversión. Desde el lugar donde se coloca el artefacto, la manea en que los ocupantes de una casa consumen los productos es un proceso de objetivación de la moral, estética y universo cognitivo de quienes se sienten cómodos con un objeto inicialmente ajeno al entorno doméstico; objetivan estos significados al inscribir a los artefactos dentro de una estructura ya significativa de objetos.

Empleando conceptos tales como objetivación y extensión del ser, E. Lally devela los esmerados esfuerzos de reflexión en el que se ven inmersas las personas al hacerse propietarios de una computadora, en el auténtico sentido cultural del término. Los valores de los hogares y sus proyecciones al futuro donde la dinámica de género así como los ritmos y fases temporales de la vida en familia representan el trasfondo así como el resultado de este proceso de apropiación.

En una visión crítica de estos usos es indispensable la determinación de las relaciones en los espacios públicos y privados, así como de los contextos globales y locales y la reconfiguración del uso de los medios “viejos” y “nuevos” con la llegada de internet, donde resulta interesante el estudio de ansiedades y conflictos aparejados en el proceso de apropiación.

Resulta complicado ajustar un modelo de estudio en el uso de internet en un grupo social determinado, dice la autora, ya que muchas veces en una comunicad pequeña, como un club social, organismo cívico, mesa escolar, las personas prefieren comunicarse por los medios convencionales como los impresos, los tableros de avisos y de boca en boca, y que la red preferentemente tiene impacto en la participación de los individuos en una escala social más amplia en temas estatales, nacionales o globales.

Estas nociones abonan a la ruptura con la concepción teórica de primera generación al denominar al ciberespacio como “otro espacio”, un “lugar sin localización”, cuando las prácticas demuestran que la fase de apropiación de internet borra estas fronteras entre lo virtual y lo real.

Otros dos autores, D. Miller y D. Slater acuñaron el término “realización expansiva” para referirse a la dinámica entre la identidad e internet, que permite a los usuarios buscar en el terreno de las propias visiones previamente inviables. La segunda dinámica es la de “potencial expansivo” y permite a los usuarios tener nociones de nuevas distintas versiones de sí mismos nunca antes imaginadas. Más que ser una realidad aparte, el uso de internet ha permitido potenciar aspectos de la cultura e identidad de las comunidades, combinados con factores macroeconómicos, de legislación y regulación de la industria, que facilita o encarece el acceso, por ejemplo a la banda ancha con aplicaciones altamente personalizables.

Bakardjieva encuentra una fuerte conexión entre los tipos de usos que las personas inventan para el medio y su propia situación social y biográfica, con la importancia de etapas y estilos de vida, y que lleva a configuraciones específicas de prácticas en el uso de internet, y que incluso se identifican ya como géneros de uso, que emergen en situaciones típicas en las que las personas se encuentran en distintas coyunturas de la vida en la sociedad contemporánea.

Mediante estas y otras categorías de análisis la investigación interpretativa de internet en la vida cotidiana ha sido capaz de ofrecer un detallado mapa conceptual de la adopción y apropiación a través del contexto social, personal y cultural poniendo la debida atención a los contextos mismos. También arroja luz en los intrincados cambios en las prácticas diarias provocadas por la asequibilidad de internet.

En tanto que la infraestructura y el contenido cultural del ciberespacio están cada vez más sujetos a la dominación corporativa, hay más razones para estudiar las prácticas cotidianas con un ojo crítico, hacia tendencias como una pretendida masculinización de los contenidos. Algunos autores como Shade, observan que el capitalismo digital ha querido encontrar otra “mina de oro” en la compra compulsiva de consumidoras, cuando el romanticismo de los primeros días veían por el contrario un campo fértil en la red para el feminismo y el activismo contra la discriminación.

Además la investigación ha demostrado la posibilidad de que los usuarios sean expuestos a todo un nuevo sistema de influencias ideológicas y manipuladoras. La presión de estar conectado a internet, ejercida por los discursos del ciberespacio ha aumentado recientemente con la transformación de internet en un espacio social entrelazado con cada institución existente en el mundo off-line. La presión de grupo se ha incorporado a las estrategias de marketing forzando la selección de aplicaciones particularmente lucrativas entre varias categorías de usuarios.

La información obtenida y la minería de datos basada en los usuarios se convierten cada vez más en el truco de la negociación de los estrategas políticos y de mercado.

Con el entusiasmo desparramado por la cultura participativa popular y las aplicaciones Web 2.0, la autora urge a una reflexión crítica de esta interacción entre pares en las rutas invasivas implícitas en estas aplicaciones abiertas al mercado para incrustarse (en el sentido habermasiano) en la vida mundana.

Las fuerzas opresivas que vigilan a los usuarios y que trabajan a sus espaldas deben ser sacadas a la luz y sometidas a la conciencia y poner en toda su crudeza los rincones y grietas por los que puede inducirse la alienación, bajo la máscara de conveniencia, popularidad y placer. Sólo bajo estos principios podrá el usuario navegar en internet táctica y estratégicamente en formas que desafían la opresión y avanza hacia la emancipación.

La cultura desarrollada en las comunidades virtuales sin ser directamente relacionadas con la política y la toma de decisiones comunitarias, muestran una creciente importancia para la creación grupal de sentido y la movilización en torno de intereses y asuntos que son importantes para el bienestar y la plenitud personal.

Estas “micro acciones” son llamadas por Bakardjieva prácticas de “subactivismo”, una vinculación cívica profundamente inmersa en la vida cotidiana, y crecientemente internet está en medio de mucha de las actividades que hacen posible y comunicable este compromiso a otras personas en redes cercanas así como en la sociedad en general.

Internet es uno de muchos otros medios en los que las personas aprenden, compran, flirtean, organizan, etcétera, y por ello debe ser estudiado no exclusivamente por las huellas que deja en el ciberespacio, sino la manera en que se mezcla con otras actividades comunes en la vida diaria de las personas.

Otros artículos en esta serie:

En busca del método para la investigación documental web.

Hacia una filología en los estudios documentales en la web.

La doble hermenéutica de internet.

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