Autor: Tim Berners-Lee / CERN
Traducción: Alfonso Esparza
Corrección de traducción: Lorenza Sánchez
Del original en inglés: Long Live the Web: A Call for Continued Open Standards and Neutrality
Publicado originalmente en American Magazine, diciembre 2010
La Web es crítica no meramente para la revolución digital sino para nuestra continua prosperidad –e incluso nuestra libertad. Como la democracia misma, necesita ser defendida.
La World Wide Web cobró vida en mi escritorio en Ginebra, Suiza, en diciembre de 1990. Consistía en un sitio web y un navegador-visualizador, que resultaba estar en la misma computadora. Este sistema simple demostraba un concepto profundo: que cualquier persona podía compartir información con cualquiera otra, en cualquier lugar. Con este espíritu la Web se expandió desde la base hacia arriba. Hoy en su vigésimo aniversario, la Web está ampliamente integrada en nuestras vidas cotidianas. Damos por hecho que siempre estará allí, en cualquier instante, como la electricidad.
La Web evolucionó en una poderosa y ubicua herramienta porque fue construida en principios igualitarios y debido a que miles de individuos, universidades y compañías han trabajado, de manera independiente y en conjunto como parte del World Wide Web Consortium (3WC) para expender sus capacidades basadas en esos principios.
La Web como la conocemos, sin embargo, se ha visto amenazada. Algunos de sus habitantes exitosos han comenzado a claudicar de estos principios. Grandes sitos de redes sociales han amurallado la información de sus usuarios del resto de la Web. Los proveedores de Internet inalámbrico han sido tentados a hacer más lento el tráfico de sitios web con los que no han amarrado tratos. Los gobiernos –totalitarios y democráticos– monitorean los hábitos de los usuarios, poniendo en riesgo importantes derechos humanos.
Si nosotros, los usuarios, permitimos que procedan sin ser revisadas estas y otras tendencias, la Web podría desmembrarse en islas fragmentadas. Podríamos perder la libertad de conexión con cualquier sitio Web que deseemos. La epidemia podría extenderse a teléfonos inteligentes y tabletas, que son también portales a la vasta información que ofrece la Web.
¿Por qué habría de interesarte? Porque la Web es tuya. Es un recurso público del cual dependen tú, tu negocio, tu comunidad y tu gobierno. La Web también es vital para la democracia, un canal de comunicación que hace posible una continua conversación mundial. La Web es hoy más relevante para la libertad de expresión que cualquier otro medio. Contribuye a la era de las redes digitales con principios establecidos en la Constitución Política de EE.UU., la Carta Magna británica y otros importantes documentos: la garantía de no ser espiado, filtrado, censurado o desconectado.
Sin embargo la gente parece pensar que la Web es como parte de la naturaleza, y si empieza a espesarse, bueno, son de esas cosas que pasan y nada se puede hacer. No es así. Nosotros creamos la Web al diseñar protocolos de computadora y software; este proceso está completamente bajo nuestro control. Nosotros elegimos las propiedades que deseamos que tenga o no tengan. De ninguna manera está terminado (y ciertamente no ha muerto). Si queremos indagar lo que está haciendo el gobierno, observar lo que los grandes corporativos están haciendo, percatarnos de las reales condiciones del planeta, encontrar una cura a la enfermedad de Alzheimer, sin dejar de mencionar compartir nuestras fotos con los amigos, nosotros el público, la comunidad científica y la prensa debemos asegurarnos de que los principios de la Web se mantengan intactos –no sólo para preservar lo que hemos ganado sino también beneficiarnos de los grandes avances que están por venir.
Universalidad es el fundamento
Hay numerosos principios clave para asegurarnos de que la Web sea aún más valiosa. El principio de diseño primario que subyace en la utilidad y crecimiento de la Web es la universalidad. Cuando se crea un vínculo éste puede enlazarse con cualquier cosa. Eso quiere decir que las personas deben tener la posibilidad de publicar cualquier cosa en la Web, sin importar el tipo de computadora que tenga, el software que use o el lenguaje humano que hable y sin importar si tiene conexión inalámbrica o cableada. La Web debe ser accesible a personas con discapacidades. Deba funcionar con cualquier tipo de información, ya sea un documento o una fuente de datos o información de cualquier calidad –desde un simple “tweet” a un ensayo académico. Y debe ser también accesible desde cualquier clase de equipo que se conecte a Internet: fijo o móvil, de pantalla pequeña o grande.
Estas características podrán parecer obvias, de auto-mantenimiento o simplemente de poca trascendencia, pero son las causas de que el próximo sitio Web de éxito o la página web del equipo de fútbol local simplemente aparezca en la Web sin dificultad alguna. La universalidad es de gran demanda, para cualquier sistema.
La descentralización es otra importante característica del diseño. No se necesita solicitar aprobación de ninguna autoridad central para agregar una página o un hipervínculo: lo único que hay que hacer es usar tres simples protocolos estándar: escribir una página en formato HTML (Lenguaje de Marcado de Hipertexto), nombrarlo de acuerdo con la convención de nomenclatura de URI, y colocarla en Internet utilizando el HTTP (Protocolo de Transferencia de Hipertexto). La descentralización ha hecho posible una expansión de la innovación y lo seguirá haciendo en el futuro.
El URI es la clave de la universalidad. (Originalmente yo le puse URI al esquema de nomenclatura, por Identificador Universal de Recursos; actualmente conocido como URL, por localizador de recursos “uniformes”). Permite seguir cualquier vínculo, independientemente del contenido al que lleve o quien lo publique. Los vínculos convierten los contenidos de la Web en algo de mayor valor: un espacio interconectado de información.
Recientemente se han esgrimido numerosas amenazas a la universalidad de la Web. Las compañías de televisión por cable que venden conectividad a Internet están considerando si limitan a sus usuarios a descargar únicamente sus mezclas de contenidos de entretenimiento. Los sitios de redes sociales presentan una clase diferente de problemas. Facebook, LinkedIn, Friendster y otros, típicamente ofertan valor al capturar la información que publicas: fecha de nacimiento, correo electrónico, domicilio, gustos y vínculos que indican quién es amigo de quién y quiénes están en cada fotografía.
El sitio ensambla estos bits de información en grandes bases de datos y re-usan la información para proveer un servicio de valor agregado –pero sólo dentro de sus sitios. Una vez que ingresas tus datos en alguno de estos servicios, no puedes usarlos fácilmente en otros sitios. Cada sitio es un silo, aislado de los otros. Sí, las páginas de tu sitio están en Internet pero no tus datos. Se puede acceder a una página Web acerca de una lista de personas que has creado en un sitio, pero no se puede enviar esa lista o elementos de ésta a otro sitio.
El aislamiento se presenta porque cada fragmento de información no tiene una URI. Las conexiones entre los datos existen sólo dentro del sitio. Entonces mientras más se entra más se es encerrado. Tu sitio de red social se convierte en una plataforma central –un silo cerrado de contenido, que además no te permite tener un control total de la información existente. Mientras más se extiende el uso de esta arquitectura, más se fragmenta la Web, y menos disfrutamos de un solo espacio universal de información.
Otro de los riesgos es que un solo sitio de redes sociales –o un solo motor de búsqueda o un navegador– crece tanto que se convierte en monopolio, que tiende a limitar la innovación. Como ha sucedido desde que empezó la Web; la continua innovación de sus orígenes podría ser la mejor prueba y balance en contra de cualquier compañía o gobierno que trate de debilitar la universalidad. GnuSocial y Diaspora son proyectos en la Web que permiten a cualquiera crear su propia red social desde su propio servidor, conectando a cualquiera desde cualquier otro sitio. El proyecto Status.net que administra sitios como identi.ca te permite operar tu propia red de Twitter, pero sin la centralización de Twitter.
Los estándares abiertos conducen a la innovación
Permitir que cualquier sitio se enlace con otros es necesario pero no suficiente para una Web ampliamente desarrollada. Las tecnologías básicas de Web que los individuos y compañías necesitan para desarrollar poderosos servicios deben estar disponibles gratuitamente, sin regalías. Amazon.con, por ejemplo creció como una enorme librería en línea, después tienda de discos y después tienda de toda clase de artículos, porque tiene un acceso abierto y gratuito a los estándares técnicos en los cuales la Web opera. Amazon, como cualquier otro usuario pudo utilizar HTML, URI y HTTP sin pedir permiso a nadie y sin tener que pagar. De igual manera, fue capaz de hacer uso de las mejoras a dichos estándares desarrollados por la World Wide Web Consortium, permitiendo a los usuarios llenar un formato electrónico, pagar en línea, valuar los bienes que ha comprado, etcétera.
Al decir “estándares abiertos” me refiero a estándares que puedan involucrar en el diseño a cualquier experto comprometido, y que han sido calificados como aceptables, que están disponible gratuitamente en la Web y que están libre de regalías (no requiere pago) para usuarios y desarrolladores. Los estándares abiertos, libres de regalías que son fáciles de usar crean la diversa riqueza de los sitios Web desde los grandes nombres como Amazon, Craigslist y Wikipedia hasta oscuros blogs escritos por adultos aficionados y hasta videos caseros publicados por adolescentes.
Apertura significa también que puedas crear el sitio Web o tu propia empresa sin la necesidad de aprobación alguna. Cuando la Web empezó, no tuve que pedir permiso ni pagar regalías para utilizar los estándares abiertos de Internet como los bien conocidos TCP (protocolo de control de transmisión) y el protocolo de Internet IP. De manera similar, la política de patentes libre de regalías del Web Consortium establece que las compañías, universidades e individuos que contribuyan al desarrollo de un estándar deben aceptar que no cobrarán a ninguna persona que utilice dicho estándar.
Los estándares abiertos libres de cargos no impiden que un individuo o una compañía puedan desarrollar algún blog o programa para distribuir fotografías y cobrar por su uso. Está permitido. Incluso puedes pagar por el servicio si consideras que es “mejor” que otros. El punto es que los estándares abiertos incluyen diversas opciones, gratuitas o no.
De hecho, muchas compañías invierten en el desarrollo de extraordinarias aplicaciones precisamente porque confían en que las aplicaciones funcionarán para cualquiera, independientemente del equipo de cómputo, sistema operativo o proveedor de servicio de Internet que utilicen –todo esto es posible por los estándares abiertos de la Web. La misma confianza motiva a los científicos a emplear miles de horas desarrollando increíbles bases de datos que pueden compartir información sobre proteínas, digamos, en busca de la cura para una enfermedad. Esta confianza impulsa a los gobiernos como los de Gran Bretaña y EE.UU. a colocar cada vez más datos en línea para que los ciudadanos puedan examinarlos y contribuir a que el gobierno sea cada vez más trasparente. Los estándares abiertos cultivan una portentosa creatividad, alguien puede usarlos de maneras que nadie imaginaría. Descubrimos eso en la Web todos los días.
En contraste, no usar estándares abiertos crea mundos cerrados. El sistema “iTunes” de Apple, por ejemplo, identifican las canciones y videos utilizando URIs que son abiertos. Pero en lugar de “http” las direcciones empiezan con “iTunes”, que es propietario. Tú puedes acceder a un vínculo “iTunes” sólo utilizando el programa propietario de Apple. No puedes crear un vínculo a ningún tipo de información dentro del mundo “iTunes”–una canción o información acerca de un grupo. No puedes enviar dicho vínculo a nadie más para que lo vea. No estás ya en la Web. El mundo “iTunes” está centralizado y amurallado. Estás atrapado en una sola tienda en lugar de estar en un mercado abierto. Pese a sus maravillosas funciones, su evolución está limitada a lo que piensa una sola compañía.
Otras empresas también están creando mundos cerrados. La tendencia por ejemplo de algunas revistas de producir aplicaciones para smartphones y no para la Web es preocupante porque ese material está fuera de la Web. No puedes seleccionarlo o enviar por correo electrónico un vínculo a una página interior ni comentar en Tweeter. Es mejor construir una aplicación basada en Web que pueda utilizarse también en los navegadores para teléfonos, y las técnicas para hacerlo mejoran todo el tiempo.
Mucha gente piensa que estos mundos cerrados están bien. Son fáciles de usar y parecen dar a estas personas lo que quieren. Pero como ya se vio en los años 90 con el sistema de marcado por módem de America Online que ofrecía un restringido acceso a parte de la Web, pero estos “jardines amurallados” no importa cuan satisfactorios, nunca podrán competir con la diversidad, riqueza e innovación con el loco y trepidante mercado de la Web fuera de sus puertas. Si un jardín encerrado detenta empero una parte del mercado, puede retrasar el crecimiento en el exterior.
Mantener la Web separada de Internet
Mantener la Web universal y sus estándares abiertos ayuda a la gente a crear nuevos servicios. Pero un tercer principio –la separación de capas– divide el diseño de la Web del de Internet.
Esta separación es fundamental. La Web es una aplicación que funciona en Internet, que es una red electrónica que trasmite paquetes de información entre millones de computadoras de acuerdo con nos algunos protocolos abiertos. Una analogía remite A que la Web es como un aparato electrodoméstico que funciona con una red de electricidad. Un refrigerador o impresora pueden funcionar siempre y cuando sean utilizados ciertos protocolos estándar. De manera similar cualquier aplicación –entre ellas la Web, el correo electrónico o el mensajero instantáneo- pueden funcionar en Internet siempre y cuando se usen ciertos protocolos estándar, como TCP/IP.
Los fabricantes pueden mejorar los refrigeradores y las impresoras sin alterar la manera en que funciona la electricidad y las compañías de suministro pueden mejorar las redes de electricidad sin alterar el funcionamiento de los aparatos electrodomésticos. Las dos capas de tecnología trabajan juntas pero pueden avanzar independientemente. Lo mismo es cierto para Internet y la Web. La separación de capas es crucial para la innovación. En 1990 la Web se desplegó sobre Internet, sin tener que hacer ningún tipo de cambio a este último, así como ha sucedido con el resto de las mejoras. Y en este lapso la velocidad de conexión a Internet ha incrementado de 300 bits por segundo a 300 millones de bits por segundo (Mbps) sin que la Web tuviera que ser rediseñada para poder aprovechar estos avances.
Derechos humanos electrónicos
Aunque los diseños de Internet y la Web estén separados, un usuario de Web es también un usuario de Internet y por ello confía en un Internet libre de interferencias. En los primeros años de la Web era técnicamente muy difícil para las compañías o países manipular Internet para interferir con un usuario de Web individual. Sin embargo, la tecnología de interferencia ha adquirido mayor poder. En 2007 BitTorrent, una compañía cuyo protocolo de red uno-a-uno permite a las personas compartir música, videos y otros archivos directamente en Internet, presentó una queja ante la Comisión Federal de Comunicaciones (FCC) para acusar que el gigante proveedor (ISP) Comcast estaba bloqueando o disminuyendo el tráfico de los suscriptores que usaban la aplicación de BitTorrent. La FCC ordenó a la empresa cesar dicha acción, aunque en 2010 una corte federal resolvió que la FCC no podía exigirle eso a Comcast. En diversas ocasiones un buen ISP se encargará de administrar el tráfico, de tal forma que si el ancho de banda disminuye, el tráfico de menor importancia sea reducido de manera transparente, para que los usuarios estén enterados. Hay una importante línea trazada entre esa acción y utilizar el mismo poder para discriminar.
Esta distinción distingue al principio de neutralidad en la red. Ésta sostiene que si se ha pagado por una conexión a Internet de determinada calidad, como 300 Mbps, por ejemplo, las comunicaciones deben responder a esta calidad. La protección de este concepto prevendrá que un gran ISP te envíe videos provenientes de una compañía de medios contratada al rango de 300 Mbps y no de una de menor calidad perteneciente a la competencia. Esto incrementa la discriminación comercial. Pero otras complicaciones pueden surgir. ¿Qué pasaría si tu proveedor hiciera más fácil la conexión a una tienda de zapatos en línea en particular e hiciera difícil accesar a otras? Eso implicaría dominar el control. Y ¿que pasaría si el ISP dificultara el acceso a sitios Web de ciertos partidos políticos, religiones, etcétera?
Desafortunadamente, en agosto, Google y Verizon por alguna razón sugirieron que la neutralidad de la red no debería aplicar a las conexiones basadas en teléfonos móviles. Muchas personas en áreas rurales de Utah a Uganda tienen acceso a Internet únicamente a través de teléfonos móviles; exentar las conexiones inalámbricas de la neutralidad de red dejaría a estos usuarios fuera, expuestos a la discriminación de servicio. También resulta bizarro imaginar que mi derecho fundamental para acceder a una fuente de información de mi elección, aplicará sólo cuando esté en mi computadora conectada vía WiFi en casa, pero no cuando use mi teléfono celular.
Un medio de comunicaciones neutral es la base para una justa y competitiva economía de mercado, de la democracia y de la ciencia. El debate ha resurgido el año pasado acerca de si se requiere legislación del gobierno para proteger la neutralidad. Lo es. Aunque la Web e Internet generalmente discurren sin necesidad de regulación, algunos valores básicos deben preservarse legalmente.
Sin espiar
Existen otras amenazas que interfieren con Internet, incluido el fisgoneo. En 2008 la compañía Phorm creó un dispositivo para que un ISP pueda husmear en los paquetes de la información que está enviando. El ISP puede determinar cada URI que cualquier usuario visualice. La empresa puede generar con ello un perfil con los sitios que su cliente visitó con el fin de producir publicidad dirigida.
Acceder a la información de los paquetes de Internet es como intervenir las llamadas telefónicas o abrir los envíos postales. Las URI que visita un usuario revelan gran información de su propia persona. Una compañía que haya comprado de URI de solicitantes de empleo, podría utilizarlos con fines discriminatorios, en la contratación de personal según sus opiniones políticas, por ejemplo. Las compañías aseguradoras podrían excluir a quienes han buscado información acerca de enfermedades cardiacas en la Web. Incluso los depredadores podrían utilizar estos perfiles para acosar a individuos. Todos usaríamos la Web de forma muy diferente si supiéramos que nuestros clicks pueden ser monitoreados y la información compartida con terceros.
La libertad de expresión debe ser protegida también. La Web debe ser como una hoja de papel en blanco; lista para escribir en ella, sin control sobre lo que se escribirá. Hace unos meses Google acusó al gobierno de China de “hackear” en su base de datos para obtener los correos electrónicos de disidentes. Las presuntas irrupciones ocurrieron después de que Google se resistió a las demandas del gobierno para que fueran censurados ciertos documentos de su motor de búsqueda en idioma chino.
Los regímenes totalitarios no son los únicos que violan los derechos digitales de sus ciudadanos. En Francia una ley creada en 2009, llamada Hadopi, permite a una compañía del mismo nombre desconectar Internet de una casa durante un año si alguien en esa casa es señalado por alguna compañía de medios de haber duplicado música o videos. Después de mucha oposición en octubre el Consejo Constitucional de Francia requiere que un juez revise el caso antes de que el servicio sea revocado, pero de aprobarse la casa podría ser desconectada sin el proceso correspondiente. En el Reino Unido el Acta de Economía Digital que fue aprobada apresuradamente en abril de 2010 permite al gobierno ordenar a un ISP cancelar la conexión de Internet de quien sea que figure en alguna lista de sospechosos de infringir leyes de derechos de autor. En septiembre el Senado de Estados Unidos introdujo el Acta para el Combate de Infracciones y Falsificaciones en Línea, que permitirá al gobierno una lista negra de sitios Web –alojados dentro y fuera de territorio estadounidense– que son acusados de infringir y además de presionar o requerir a todos los ISPs bloquear el acceso a esos sitios.
En estos casos ningún proceso legal correspondiente protege a las personas antes de que sean desconectadas o que sus sitios sean bloqueados. En vista de los muchos sentidos en que la Web es crucial para nuestras vidas y nuestro trabajo, la desconexión es una forma de privación de la libertad. Revisando la Carta Magna quizá debiéramos consignar ahora: “ninguna persona u organización habrá de ser privado de la habilidad de conectarse con otros con el correspondiente procedimiento legal y la presunción de inocencia”.
Cuando tus derechos de red son violados la protesta pública es crucial. Ciudadanos de todo el mundo objetaron las demandas del gobierno de China a Google, a tal grado que la secretaria de Estado Hillary Clinton dijo que el gobierno de Estados Unidos respaldaba el desafío de Google y que la libertad de Internet –y con ésta la libertad de la Web– habría de ser un postulado formal en la política exterior. En octubre Finlandia implementó como derecho legal de todos los ciudadanos el acceso a una banda ancha de 1MBps.
Conectándose al futuro
Mientras sean preservados los principios básicos de la Web su evolución en curso no estará en las manos de alguna persona u organización –ni en las mías, ni de de nadie más. Si podemos preservar sus principios la Web promete algunas capacidades fantásticas en el futuro.
Por ejemplo, la última versión de HTML, llamada HTML5 no es sólo un lenguaje de etiquetas sino una plataforma de cómputo que hará incluso más poderosas de lo que hoy son las aplicaciones para Web. La proliferación de teléfonos inteligentes hará que la Web sea incluso aún más central en nuestras vidas. El acceso inalámbrico será de particular provecho para países en desarrollo donde muchas personas no tienen conectividad por cable pero sí inalámbrica. Se necesita hacer mucho más, por supuesto, incluida la accesibilidad de las personas con alguna discapacidad y el despliegue de páginas que se vean con igual claridad, desde enormes plasmas que cubren un muro hasta ventanas del tamaño de un reloj de pulsera.
Un gran ejemplo de las promesas futuras, que aumentan la fuerza de los principios básicos es la vinculación de datos. Hoy en día la Web es de gran eficacia en ayudar a las personas a publicar y descubrir documentos, pero los programas de la computadora no pueden leer o manipular los datos existentes en esos documentos. En cuanto este problema sea resuelto la Web será mucho más útil, porque los datos acerca de casi todos los aspectos de nuestras vidas son creados en un rango sorprendente. Encerrado entre todos esos datos está el conocimiento de cómo curar enfermedades, potenciar el valor de los negocios y gobernar el mundo de manera más efectiva.
Los científicos están hoy al frente de un magno esfuerzo por publicar información vinculada en la Web. Investigadores, por ejemplo, se están dando cuenta que en muchos casos ningún laboratorio por sí mismo o repositorio de datos en línea son suficientes para el descubrimiento de nuevas medicinas. La información necesaria para comprender complejas interacciones entre las enfermedades procesos biológicos en el cuerpo humano y una amplia variedad de agentes químicos está dispersa alrededor del mundo en miríadas de bases de datos, hojas desplegadas y documentos.
Uno de los éxitos se refiere al descubrimiento de fármacos para el tratamiento de Alzheimer. Un número de laboratorios de investigación, de corporaciones y gobiernos hacen a un lado su usual negativa para abrir sus datos, y decidieron crear la Iniciativa de Neuroimagen de la Enfermedad de Alzheimer. Se publicó información masiva de los pacientes y escaneo de cerebros como datos vinculados, en la que muchas veces se han sumergido para avanzar en sus investigaciones. En una demostración de la que fui testigo un científico formuló la pregunta: “¿Qué proteínas tienen que ver con la señal de transducción y están relacionadas con las neuronas piramidales?” al buscar en Google la pregunta tuvo 233,000 resultados –ni una sola respuesta. Pero al introducirla en el mundo de las bases de datos vinculadas, devolvió una pequeña cantidad de proteínas específicas que tienen esas propiedades.
Los sectores de inversiones y finanzas también se pueden beneficiar de los datos vinculados. La ganancia se genera, en gran parte, al encontrar patrones en un conjunto de fuentes de información crecientemente diverso. Los datos también están alrededor de nuestras vidas personales. En los sitios de las redes sociales y se indica que un recién llegado es un amigo eso establece una relación. Y esa relación son datos.
Los datos vinculados hacen surgir empero algunos asuntos con los que tendremos que lidiar. Por ejemplo, las nuevas capacidades de integración de datos podrían traer desafíos de privacidad que difícilmente son considerados en las legislaciones actuales en la materia. Debemos examinar las opciones culturales, legales y técnicas que preservarán la privacidad, sin menoscabo de los beneficios de las capacidades de vincular información.
Hoy es un momento excitante. Los desarrolladores de Web, compañías, gobiernos y ciudadanos deberían trabajar juntos abiertamente y de manera cooperativa como se ha hecho por ahora los principios fundamentales de la Web, así como los de Internet asegurando que los protocolos tecnológicos y las convenciones sociales que se habiliten, respeten los valores humanos básicos. La meta de la Web es servir a la humanidad. La construimos ahora para que los que vienen después sean capaces de crear cosas que nosotros mismos no somos capaces de imaginar.